miércoles, 20 de enero de 2016

INMENSO PODER EL DE LA MENTE

Siempre tuve muy claro por qué empecé a hacer triatlón. Dejando a un lado que me gusta el deporte y que la combinación de "tres en uno" era atractiva, la clave fue sin duda el plantearme UN RETO.

No se vivir sin retos, no se vivir sin que mi cabeza esté en constante ebullición trabajando en proyectos o desafíos. Pueden ser de lo más cotidiano, o de lo más rebuscado, pero si mi cabeza se detiene, estoy acabado.

Durante muchos años, los retos propios de la vida me tuvieron ocupado. Acabas los estudios y empiezas tu vida laboral (RETO), te casas (RETO), empiezas a formar una familia (RETO), evolucionas en tu vida profesional (RETO), la vida te da algún viaje del que tienes que recuperarte (RETO)...y una vez que estabilizas tu vida laboral, tu vida familiar y tienes la suerte de disfrutar de esa estabilidad ¿dónde busco el reto?. 
Soy consciente que mi primera salida de esa zona de confort fue la rehabilitación de la cabana. El hecho de tener que ir haciéndola con poca disponibilidad de tiempo fue un reto que me tuvo muy entretenido y que me dio muchas satisfacciones.

Después de eso, llego el triatlón. Un deporte para el que desde luego la naturaleza no me había dotado especialmente y que, aunque ahora se empieza casi a masificar, en 2011 no eran muchos los que se ponían en la línea de salida.
Ahí encontré mi desafío, mi capacidad de mejora, mi diana para el esfuerzo, mi dedicación...MI RETO!.

A día de hoy es curioso cómo manteniendo vivo ese reto (es objetivamente imposible pensar que con una inscripción para un ironman y otra para una maratón previa confirmadas no existe el reto), el hecho de que en otro ámbito de mi vida estén surgiendo nuevos y muy desafiantes retos hace que la mente priorice y no consiga que se me erice el vello cuando oigo "ironman de Vitoria".

Podría estar escribiendo una crónica sobre los ya 4 ciclos que llevo completados (16 semanas ya de entrenos), o sobre las dos San Silvestres más rápidas que he corrido nunca (marcando increíbles ritmos de 4:14 y 4:02 por kilómetro) o incluso sobre las mejoras que hemos registrado en las tomas de tiempo en piscina. Más motivante aún sería hablar de los 75Km de bici que hice el sábado de los cuales muchos fueron sobre el acople a más de 30 o 35Km/h, sin que el dolor de la hernia fuese más que una molestia. 
Sin embargo, sobre lo que quiero escribir es sobre la capacidad que tiene la mente de dirigir nuestros estados de ánimo, más allá incluso de estar más o menos animado o más o menos "feliz".

No creo que este año esté desmotivado, de hecho los entrenos han ido cayendo, ni tan siquiera que el peso no baje según lo previsto me preocupa en exceso e incluso puedo decir que estoy disfrutando con las mejoras y los incrementos de carga paulatinos.
A pesar de esto, en el momento en el que le pones al cerebro "algo más en lo que pensar", éste afila los dientes y ve otro RETO en el que centrarse. 

La conclusión que saco de todo esto, es que uno no puede relajarse ni un momento y si se quiere tener ilusión en algo, es necesario trabajar esa ilusión. La espontánea, la que "sale sola", esa tiene fecha de caducidad.
Por eso he leído ya alguna crónica del IM de Vitoria, he repasado los números de estos primeros cuatro ciclos, he comparado mi peso con el del año pasado y con el de hace dos. También he hablado con los de siempre, con esos que te animan a hacer aquello que saben que quieres. Sea delante de una cerveza o a rueda a 35Km/h, esas conversaciones son fundamentales para centrar, para visualizar el objetivo y para hacer sitio a mas de un reto en mi vida.

Espero que en la próxima crónica hablemos de mejora deportiva, de tiempos objetivos cumplidos, de cervezas disfrutadas en buena compañía. Espero que os pueda decir que mis RETOS se están afrontando al 100%, ya que solo así creo que pueden lograrse..."disfrutando del camino".
Recordando sueños reales para seguir soñando futuras realidades


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