lunes, 27 de abril de 2015

HE VUELTO!!!!



Hoy es uno de esos días en los que me apetece escribir algo para el blog. De hecho, llevo unos días ya con ganas de hacerlo y sin encontrar tiempo para ello.
El motivo no es otro de que vuelvo a sentirme animado, y tengo que decir vuelvo porque hasta el Domingo pasado en Coruña, las últimas semanas habían sido auténticamente duras y por más que lo intentaba, no conseguía poner nada de chispa a lo que hacía.

Era consciente de que este año iba a ser “lento”, que había que hacer un gran trabajo de base para poder cimentar nuestro gran reto, y era consciente de que ese trabajo de base es siempre muy desagradecido. Es duro, es pesado, es monótono y sobre todo, no ofrece prácticamente ninguna alegría mientras se hace, al menos no en forma de resultado.
Así y todo, fui haciendo ese trabajo según lo previsto, fui poniendo en verde las celdas de excell, y fui capeando las sensaciones de ir demasiado lento, sabiendo que no hay otro camino.
Pero echaba demasiado de menos la chispa, las sensaciones de “comerme el mundo“ que tenía el año pasado. Muy a mi pesar, y sabiendo que debía hacerlo, no era capaz de olvidarme del año pasado y añoraba esas buenas sensaciones.

Sufrir para crecer. Ultimos metros de 42195.
En Coruña todo esto desapareció, me di cuenta de que si fui capaz de correr una maratón “sin prepararla” y desgastado por completo por una enfermedad en mala fecha, era no solo porque me hice mentalmente invencible, sino porque realmente si que me estoy preparando, si que los 8 meses de entreno tienen un sentido y si que la base sobre la que estamos montando el asalto a AlpedHuez es más que sólida.

Me gusta visualizar esos meses como la preparación de una gran hoguera. No es sencillo ir buscando la mejor leña, colocar la más fina abajo con cuidado, prever por donde encenderás y luego con paciencia y esfuerzo ir colocando uno a uno los pesados troncos que componen la gran pirámide.
Cada tronco pesa y es duro no ver ni una sola llama durante toda esa preparación, pero la maratón de Coruña me hizo ver que tenemos los troncos muy bien colocados y que ahora solo queda hacer la pila bonita. Estoy convencido de que en el momento en el que le acerquemos la llama, la hoguera va a arder de lujo y va a durar.

Por eso desde el Domingo, mi visión es otra. Es cierto que esta primera semana me la he tomado con calma, pero también es cierto que he completado todos los entrenos con muy buenas sensaciones y, a pesar de ser semana de recuperación, hemos hecho un total de casi 8 horas con 80 km de bici en dos sesiones, 24km de carrera en otras dos y algo más de 3000m de pisci en otras dos sesiones. Lo mejor de estos últimos siete días, han sido las sensaciones de fuerza y sobre todo de “ganas” que he vuelto a tener, la verdad es que se echaba de menos.

Lo que viene no es fácil, pero he estado releyendo las entradas del blog de esta temporada y la verdad es que, como siempre, me han ayudado a motivarme y me han demostrado que realmente tienen utilidad para mí.
Ahora nos vienen encima unos meses llenos de pequeños y grandes retos preparatorios que nos costarán y que nos harán sufrir, empezando por la subida a Sotres en la cicloturista del día 9, pero estoy convencido de que nos irá bien, estoy convencido de que mejoraremos sufriendo y estoy convencido de que seguiremos haciendo camino mientras lo disfrutamos.

Gracias a todos los que habéis estado cerca en esta “pequeña gran crisis”, espero a partir de ahora compartir más glorias que penas, pero como no siempre es posible estar arriba, que todos los fondos sean con gente como vosotros al lado.
Con equipo hasta el final. CONFIANZA!



martes, 21 de abril de 2015

A CORAZON ABIERTO

Se acabó, hasta aquí he llegado, no puedo más
Kilómetro 34 y pico de la maratón de Coruña.
Hace muchos kilómetros que se que no puedo llegar con Leti, hace muchos kilómetros que voy corriendo con la cabeza, hace muchos kilómetros que las piernas no pueden mantener el ritmo vivo que ella si tiene. Desde el 28 en el que apareció mi muro personal, he intentado tirar de cabeza para continuar y durante 5 kilómetros lo he hecho y he defendido ritmos para los que ya no tengo fuerzas.
Ahora, en el giro de la subida final de la playa veo que aunque el asfalto claramente desciende, mis piernas no lo sienten así y por más que lo intento Leti se aleja metro a metro, no voy a poder, se terminó el sueño de compartir su primera maratón, esta oportunidad era única y no tengo físico para aprovecharla.
Algo se me rompe por dentro y maldigo la gripe que me tuvo aniquilado durante cinco días hace dos semanas, maldigo el no haberme recuperado y maldigo el haber llegado sin la preparación necesaria para ni siquiera plantearme este reto.
Durante unos metros lucho internamente contra mi orgullo, peleo por ser capaz de despedirme de Leti sin que la decepción que siento pueda minar su excepcional carrera.
Aún hay tiempo para un esfuerzo más, un guiño al milagro, un rezo a lo imposible y fuerzo durante….¿diez metros??...esto no tiene sentido.
Quiero abrazar a Leti y decirle lo orgulloso que estoy de ella, me gustaría transmitirle en ese momento lo que la quiero y lo que la respeto. Quiero ser capaz de expresarle lo enorme que para mí resultan los durísimos meses que la han llevado a llegar aquí.
Tan solo alcanzo a rozarla mientras me aparto de la carrera y me quito uno a uno los cuatro imperdibles que sujetan mi dorsal. No le he podido decir nada más que “sigue, lo tienes dentro, lo tienes…”.
Con el dorsal en la mano me subo a la acera y veo el cartel del kilómetro 35, que cerca he estado.
El primer pensamiento que tengo es el de alivio y paz. 
Pienso que he hecho más de lo esperado teniendo en cuenta como he llegado hasta aquí. Teniendo en cuenta que el Domingo pasado no pude correr más de 13 kilómetros antes de rendirme agotado, teniendo en cuenta que el Lunes y Martes estuve de viaje, comiendo mal y durmiendo peor, teniendo en cuenta que la sinusitis posterior a la gripe me acompañó hasta hace apenas unos días….
Me siento “justificado”, siento que tengo excusas más que suficientes para explicar porque mientras yo estoy parado, mi mujer corre hacia un sueño por el que ha peleado lo que solo ella sabe.
En ese momento sigo pensando en ella, en su esfuerzo, en su dedicación y en que la he dejado sola. Me duele el cuerpo, pero me duele más el corazón, porque no estaré con ella en su primera maratón, porque no podremos mirar hacia atrás y recordar que juntos corrimos 42,195Km, porque no podremos contar a nuestros peques lo que sus papis hicieron, porque me quedo fuera del sueño, porque me quedo fuera de algo muy importante para mi mujer, porque me quedo fuera de un hito en su vida, un hito que soñamos como nuestro.
Le hemos prometido a Bau que correríamos por él el kilómetro 40, y yo no estaré.
Una juez se me acerca justo cuando paso al lado del cartelón del 35….
.- ¿te has retirado?
.- no lo se…
.- si te retiras lo tengo que notificar
.- pues no notifiques nada, voy a seguir.

Con lágrimas en los ojos, pienso que no quiero perderme nada de todo lo que escribí más arriba, y torpemente me pongo de nuevo el dorsal con solo dos imperdibles.
Vuelvo al asfalto y empiezo a trotar y a pensar que, en cierto modo, no tengo otra forma mejor de decirle a Leti lo mucho que la quiero y sobre todo lo mucho que respeto y valoro lo que está haciendo. Llegaré por detrás de ella, tal vez un mundo si no soy capaz de volver a encontrar el resorte que mueve mis piernas, pero llegaré!, pasaré los kilómetros prometidos y, aún corriendo solo, los dedicaré como prometimos.
Curiosamente, mientras avanzo (he de reconocer que con la cabeza un poco “difusa”) una frase me martillea….”mamá ganó a papá”, si!…¿y?.
Es posible que hoy ni David ni Sara entiendan más allá de esa realidad y que posiblemente incluso, (y en ese momento pienso sobre todo en David) dirán algo como ¡¡¡anda!….jaaaa…jaaaaaaa!!!, la risa de Nelson el de los Simpsons es la que pone banda sonora a ese pensamiento, pero creo que en un futuro no muy lejano, entenderán que sus padres trabajan juntos por quererse y por darles la mejor de las familias, que en una pareja no hay vencedores ni vencidos, hay un equipo, una lucha por apoyarnos, un respeto, un reconocimiento continuo a los valores del otro, y francamente eso es por lo único por lo que sigo torturando a mi cuerpo metro tras metro.
Llega la última subida, la que en el 28 supuso el principio del calvario. Se que nos vamos a cruzar y preparo ese momento, tengo que ser fuerte y animarla, quiero que sea ahí donde se de cuenta de hasta donde voy a llegar por ella, porque si, ya no corro por mí, por mí hubiese parado en el 28 cerrando un buen entrenamiento en mi camino a AlpedHuez, por mí….ya no hay por mí, yo soy secundario.
Con menos distancia de la que imaginaba, la veo bajar desde lejos. Viene corriendo muy bien ¡¡que orgulloso estoy!!.
Me ve y en su cara se dibuja la sorpresa.
.- “vamos Le!...voy a acabar por tí….voy a darle el valor que tiene lo que estás haciendo”
Mientras nos cruzamos, adivino que se ha emocionado y mientras yo también contengo las lágrimas, sigo avanzando.
Un pequeño descanso en el avituallamiento previo al kilómetro 39 me sirve para evaluar mi estado. Me cuesta caminar, los cuadriceps me pinchan a cada paso y la cadera izquierda está tan bloqueada que ni caminar es un alivio.
Algo más de 3000 metros me separan de ella, y hay que hacerlos, así que vuelvo a trotar y ya no me pararía hasta la meta.
De estos tres kilómetros me quedo con el momento en que alcanzo a un chico que camina y le animo a que se una a mí. Lo hace durante doscientos o trescientos metros y con un “gracias tío, no puedo más” vuelve a caminar mientras me alejo. Es curioso como empiezo a pensar que “no puedo más” es algo muy relativo….yo no podía más en el 28, no podía más en el 35 y aquí estoy en el 40 y he desterrado el “no puedo más” para siempre.
Kilómetro 40, ahí lo tienes manín, llego tarde pero llego!.
Kilómetro 41, el saludo y ánimo de unos amigos hace que me vuelva a emocionar, lo hicimos.
Kilómetro 42, no se cómo he conseguido correr el último kilómetro “rápido” y ahí estoy corriendo los últimos 200 metros de una maratón y pensando en una persona que se nos fue en Diciembre y a la que Leti me dijo en su día ¿sabes a quién se la voy a dedicar no?....pues ahí la tienes señor, ahí la tienes.
Antes de cruzar la meta ya veo a Leti esperándome y llorando a moco tendido, cruzo con la sensación de haber crecido como persona más que nunca, no me siento atleta, no siento para nada la satisfacción de haber vencido la prueba reina, no levanto los brazos, no siento que he corrido una maratón, siento mucho más, siento que esa mujer a la que entre lágrimas estoy abrazando ha conseguido moverme hacia delante como hace con cada parte de mi vida. 
Siento que esta carrera es el mayor te quiero que he dicho nunca.

Las emociones que a partir de ahí se dispararon no podría llegar a plasmarlas aquí ni siendo el mejor escritor de la historia. Solo se que apenas podía moverme y que no podía parar de llorar, de hecho fue así durante tanto tiempo que resultaba ridículo.
Con el tiempo el dolor de piernas pasa, de hecho lo ha hecho mucho más rápido de lo esperado, pero esta experiencia nos dejará marcados para siempre. La vida nos pondrá muchas pruebas y no todas fáciles, pero mientras tengamos claro el motivo por el cual queremos vencerlas….lo haremos!.
Siempre juntos, siempre adelante.