martes, 17 de mayo de 2016

UNA VISION DISTINTA

Esto va a ser bastante complicado, pero cansado de las crónicas al uso, y después de compartir 42 largos kilómetros junto a mi mujer, voy a tratar de escribir "su crónica" desde mi punto de vista, es decir...ya no soy yo...sino ella. A ver que sale.

Estoy nerviosa, llevo muchos meses preparando este maratón y no han sido meses fáciles. He corrido muchos kilómetros bajo la lluvia y de noche, he entrenado a destiempo y sin ganas, he sacado tiempo de donde no lo tenía, y he conseguido cumplir casi al dedillo el plan que me había marcado.

Hoy nos vamos a Vitoria para demostrarme mañana que todo este esfuerzo ha merecido la pena. Hemos dejado a los niños con los abuelos y a pesar de los gatos que remueven mi estómago, espero poder disfrutarlo al máximo y, sea bueno o malo, se que eso pasa por cumplir el objetivo mínimo de bajar la maratón de las cuatro horas.

La base de mi entreno está orientada a ese objetivo, pero mis ritmos y sensaciones de los últimos entrenamientos me llevan a pensar que puedo mejorarlo. En varias ocasiones he comentado con Fran que hacer dos medias maratones en 1:55 lo veo factible, y eso me daría un maravilloso tiempo de 3:50. Pensar en ese registro hace que los gatos del estómago se pongan a bailar rock and roll.

Pero vayamos al viaje. Como tenemos tiempo y quiero hacer la carga de hidratos por el libro, hemos decidido acercarnos hasta Zarautz a comer. Por desgracia, ninguno de nuestros amigos está allí este finde, pero la verdad es que allí estamos como en casa y he reservado en la pizzería en la que cenamos cada Behobia.

Entrando en Zarautz, los gatos se van a visitar a Fran. Le veo muy tranquilo ante el reto de mañana, aunque pienso que tal vez lleve la procesión por dentro ya que aunque supo convertir en positivo la experiencia del año pasado en Coruña, se que el quedarse atrás no fue fácil para él, y estoy segura de que esta vez quiere estar como tantas otras veces, a mi lado apoyándome en mi reto. Como decía, le he visto muy tranquilo, pero es llegar a Zarautz y los nervios le bloquean al pensar en el reto que él afrontará en menos de un mes por estas calles. Aunque un ironman es un ironman, tengo la sensación de que este año se ha centrado más en Zarautz. Tal vez porque la bici le resultará muy dura, tal vez por la presión de tener "público" que le exigirá más, tal vez porque sabe que es un triatlón más de ritmo que de pura resistencia, pero el caso es que le veo muy nervioso.

A mi no me viene mal, ya que durante un rato hablamos más del futuro tri que del inminente maratón. No me quejo.

Comemos como siempre, de lujo. Cruzamos mensajes con amigos y continuamos hacia Vitoria. De esa tarde, no hay mucho que contar. Un acierto con la pensión (que es la que los trimis y allegados usaremos para el ironman de Julio), un buen paseo para recoger el dorsal, una liga para el Barca y una buena cena en un sitio precioso, donde las antiguas fotos de ciclismo me hacen acordarme de mi padre. Uf!, esto de la maratón aumenta sin duda la sensibilidad de una.

Descansamos bien, aunque los nervios me han hecho madrugar un poco más de la cuenta. Una cosa buena es que donde nos hemos alojado dispone de una pequeña cocina, en la que podemos desayunar lo que compramos ayer y que es exactamente lo que desayuno cada día. No es momento de probar cosas.

Aparte de los nervios, me encuentro bien y animada. Hago las fotos de rigor a los dorsales y nos preparamos para salir. Uf! malditos gatos!!!.

Convenzo a Fran para dejar una bolsa en la consigna. A pesar de que la meta está muy cerca, prefiero hacerlo así y, aunque él dice que es una chorrada, lo hago. Básicamente quiero dejar en ella el móvil para hacernos la ansiada foto de finishers. A última hora, Fran me dice que meta 10€ "por si nos apetece una birrita al acabar"....será jodio!!.

Bueno, tras dejar las cosas en consigna nos vamos para la salida, empieza a chispear un poco y agradecemos los ponchos desechables que llevamos. Los había comprado para la última Behobia, pero no los usé. Parece que aquí si que nos vendrán bien.

Alucinamos con la gran cantidad de patinadores que participan (unos 500) y el ambiente en la salida hace que me ponga rápidamente en modo ON. Quiero calentar, Fran no es muy partidario de hacerlo pero yo necesito moverme para tranquilizarme, así que trotamos un poco por las inmediaciones de la salida. Mojo la boca en una fuentecilla y sin más, nos colocamos junto al cartel de "ritmo 5:30", sería bonito!.

La ligera lluvia se ha convertido en un aguacero importante justo antes de que se de la salida. Fran me dice que lo prefiere así, a mí me da igual, solo quiero correr ya!. Ultimo beso según oímos que dan la salida y poco a poco avanzamos hacia el arco de salida.

Arrancamos a correr. La estrategia está clara, ir junto a Fran. Me ha demostrado muchas veces que estando bien, es capaz de marcar los ritmos como un reloj suizo y este fin de semana me ha insistido mucho en que "está bien". Confianza ciega y a por la maratón.

Vamos corriendo muy cómodos, hablando lo justo y tratando de disfrutar con mucha contención. Agradecemos los dos los ánimos de la gente, pero también dejamos ver la tensión que supone el reto que asumimos con cada zancada.

Mi reloj pronto se desajusta con los kilómetros marcados y Fran me va cantando uno a uno los ritmos que marca el suyo. Le pregunto si no vamos muy rápido y me dice que no, que mientras vayamos "ligeros y sin fatiga respiratoria", la cosa va bien. Si acumulamos algo de margen sin arriesgar demasiado, eso que tendremos.

Pronto el reloj de Fran también se adelanta a los cartelones de la organización, con lo que me dice que sigamos corriendo por sensaciones y que ya en la media maratón haremos números. De todos modos, le veo mirarlo con frecuencia con lo que estoy segura de que va según lo previsto.

Estoy corriendo muy cómoda, a gusto y disfrutando. Trato de no pensar en lo que me queda, aunque me cuesta no hacerlo. En el kilómetro 13 pienso que ya he corrido los 29 que me quedan en un entrenamiento, y aquel día acabé con mucha fuerza...¡vamos!!.

Siguen pasando los kilómetros y alcanzamos la media maratón. Fran espera al cartel del 21 para decirme que estamos por debajo de 1:54 lo que unido a mis buenas sensaciones (acabo de correr una buena media maratón..."como si nada"!) hace que me anime y empiece a pensar en lo que me queda.

Fran me dice que hasta el 25 hay que llegar así de cómodos, del 25 al 35 es donde nos jugaremos la carrera ya que ese 10.000 hay que hacerlo "cansados pero bien" y a partir de ahí, será el alma la que corra.
Un poco más adelante bromeo al preguntarle "¿qué pasa si te duelen las piernas ya antes del 25?".

Sobre el 23 adelantamos a una pareja y animo a la chica. Ya lo he hecho un par de veces antes. Somos muy pocas las chicas que corremos y me gusta animarlas a todas. Ésta, y el chico que la acompaña, lleva una camiseta de triatlón, con lo que Fran lo comenta y pasaremos unos cuantos kilómetros "de charla" con ellos. Son de Valencia y por lo que nos cuentan, esta maratón es todo un reto de superación personal. También se une a la tertulia un chico de Almería que lleva unos cuantos kilómetros a rueda. Me dice que está alucinado de la constancia con la que vamos marcando los kilómetros, a lo que yo respondo señalando a mi "Suunto particular".

Poco a poco, el buen ritmo que llevamos hace que se vayan quedando para atrás. Ya hemos pasado el 25 y Fran me sigue animando a llegar hasta el 35 con este ritmo. Las piernas me empiezan a pesar e intuyo que esto va a ser duro, pero nadie dijo que sería fácil. Le digo a Fran que afloje un par de veces, pero a pesar de que me anima y me tranquiliza, me da la sensación de que seguimos igual.

En cada revuelta, nos cruzamos primero con el chico de Almería y con los valencianos. Los ánimos que Fran les grita, me sirven a mi también y el hecho de ver como soy capaz de mantener un ritmo que por lo que veo no es fácil, también me motiva.

Kilómetro 32, Fran me dice antes del cartel, que ahí me va a decir el margen para ese último 10.000. Le digo que no, pero no me hace ni caso. Justo en el cartel, me hace una sencilla cuenta por la que aún corriendo lo que nos queda a un ritmo de 6 minutos el kilómetro, ya cumpliría con creces el reto de las cuatro horas. Me dice que llevamos menos de 2:54 con lo que incluso corriendo el 10.000 en una hora, nuestro tiempo sería de escándalo. Ahí es donde empieza a decirme la fenomenal carrera que estoy haciendo, que es brutal y que ahora, solo queda rematarla.

Kilómetro 35, hemos pasado ese 10.000 clave y se supone que ahora es mi alma la que debe moverme hacia adelante. Confío en que lo haga, porque mis piernas empiezan a notar el cansancio y mi respiración ya está algo alterada.

Seguimos manteniendo un ritmo alto y me esfuerzo por seguir a Fran. Le digo en varias ocasiones que me afloje un poco, pero ya no se si lo hace o no. Yo sigo corriendo.

Me anima ver que seguimos pasando a gente y que no son muchos los que nos pasan. Hay cuadros de todos los colores, gente andando, gente parada, gente arrastrando los pies. Para todos, Fran tiene una palabra de ánimo, yo ya solo me concentro en correr.

Momento especial en el que alcanzamos a una parejina de asturianos. A él le conocimos en la Babia Sherpa Tour y para ella es su primera maratón. Los animamos a seguirnos, pero a estas alturas cada uno está en su límite y tiene que mantenerse ahí. Nos vamos un poco por delante.

Kilómetro 38, desde éste kilómetro Fran habla de la distancia en miles, "solo son 4000 metros!!, solo 3000!!!...".

Me está costando mucho, pero estoy ahí, se que voy a terminar y que lo haré en un tiempo cercano al soñado.

Kilómetro 40, Fran me recuerda que éste es para Bau, el cuñao que es el que me lió para Coruña y que debería de estar aquí con nosotros. Mala suerte la de su lesión. Ya pienso que aunque no quiera pensar en otra jodida maratón, sin duda tendré que correr la suya.

Ultimo avituallamiento y lo han puesto en una cuesta. Le digo a Fran que en éste voy a parar. Una de mis normas es no hacerlo, pero estoy harta de correr, estoy cansada y tengo clarísimo que voy a acabar con un tiempazo. Me merezco un descanso.

Fran se va por delante de mí y aunque también camina, se mantiene a distancia animándome a seguir. Ultimo esfuerzo.

Kilómetro 41, aquí el perro de Fran me toca la fibra y me dice que éste lo haga por David....y por mi padre....buf!!, estoy cansadísima pero ¿que puedo hacer si no correr?

Empieza a haber mucha gente en las aceras. Apenas levanto la vista del suelo pero los oigo. Oigo a Fran agradecer los ánimos y decirme que ya ha visto el cartel de giro a la recta de meta. Acierto a decirle que se olvide de la chica que llevamos delante, éste es capaz de hacerme esprintar para pasarla y no quiero forzar ni un poquito más.

Recta de meta, Fran me aplaude, me dice que soy increíble, que vaya carrerón, que pase delante que es mi meta....ni le escucho, solo escucho ruido de fondo mientras la emoción de lo hecho me lanza hacia delante. 

Ultimos metros me giro y le doy la mano a Fran, entramos juntos como lo soñamos, ni veo el reloj. Grito, pego un alarido en el que descargo toda la tensión....y cruzo la meta.

Las piernas apenas me sostienen y me duelen como nunca, me abrazo a Fran y disfruto de una sensación que solo algo así puede darte. Fran me repite una y otra vez....¡¡3:50!!! increíble!!!. La verdad es que si, apenas puedo creerlo.

La posmeta todo un disfrute. Aunque me cuesta caminar, el ambiente es fabuloso, hacemos la foto de rigor (y éste tonto no quería dejar el móvil... ;-)) y esperamos a todos los "amigos" que hemos hecho en carrera.

Primero llegan los asturianos, luego el chico de Almería y por último los triatletas valencianos. Con todos abrazos, felicitaciones y la complicidad de ser "maratonianos".

El homenaje gastronómico posterior, será algo que quedará para la historia y, aunque ahora mismo lo último que haría sería preparar una maratón, estoy segura de que el gusanillo volverá y, sin duda, algo habrá que buscar para alimentar a los gatinos del estómago.


Una imagen que lo resume todo. Vacía y feliz!!!













domingo, 1 de mayo de 2016

TODO SUMA

Con esa idea de que todo suma, y de que sigo sumando para lograr DISFRUTAR de mis objetivos deportivos de este año, me pongo a escribir esta entrada que podría ser la crónica de un test fallido, pero que pienso que debe ser el recuerdo de otro día muy especial en este ya largo camino del que estamos disfrutando.

Para el día de ayer, mi intención era la de hacer un "test de confianza" de cara a Zarautz. Saliendo de Lieres, debía realizar una dura etapa que me llevaría por La Campa a Villaviciosa, de ahí subir por el Pedroso hasta la Cruz de Peón, bajar a Peón para subir Curbiellu, de ahí a Gijón para continuar vía Caldones a La Camocha y subir las rampas imposibles de San Martín de Huerces para finalmente bajar por La Madera a Gijón y ahí tratar de hacer la MM de Gijón a un ritmo de 5 min/km. Esto sería algo similar a lo que encontraré después de nadar en Zarautz y la verdad es que estuve toda la semana muy ilusionado con este reto.

El viernes de tarde, un molesto picor en la garganta seguido de un destemple general, me hizo temer lo peor y, muy a mi pesar, a lo largo de una agitada noche, pude confirmar que algún virus poco amable había decidido hacerme una visita.

Con todo, mis ganas de cumplir lo previsto unidas a que Jose se había apuntado al plan, hicieron que fuera a buscarlo a Gijón (donde él dejaba el coche) para empezar sobre la una el plan inicial.

Por si mi dolor de garganta fuera poco, la lluvia nos hizo una visita en los primeros kilómetros aunque luego nos respetaría. Subida a La Campa sin buenas sensaciones pero al menos "normal". La rápida bajada a la Villa la hacemos bien y confío en que al ir calentando las sensaciones mejoren.

En la subida del Pedroso, ya veo que no hay manera y que por más que quiera, no encuentro la forma de meterles presión a mis piernas. Como luego lo describiría, sentía como si mis huesos fueran alambres sobre los que no podía basar ninguna transmisión de potencia. Se me empieza a hacer duro y, a pesar de la impagable compañía de Morillo, mi moral decae paso a paso y entro en una crisis de la que solo resucito ligeramente en los últimos y duros kilómetros hasta coronar la cruz de Peón.

En la bajada me pongo delante y trato de recuperar algo, pero en las primeras (y suaves) rampas de Curbiellu, el desmorone es total. No avanzo y el dolor de piernas, muy extraño "de dentro afuera", se incrementa. Ahí ya decidimos que no completaremos lo previsto y que nos iremos directamente para Gijón. Llego a Curbiellu totalmente vacío y sin un gramo de fuerza. Paramos y aprovecho para comer bastante y tras una larga pausa, parece que algo recupero y seguimos.

Ya en Gijón, y con tiempo de sobra, decidimos hacer algún kilómetro más y subimos hasta Las Peñas, y en las duras rampas finales, sin bien no voy genial, si veo que algo he recuperado.

Tras esto, bajamos a Gijón y cerramos la bici en 55Km, algo más de 2,5h y un desnivel positivo de 860m, lo que no está nada mal. A pesar de todo, me siento un poco mareado y muy muy cansado con lo que, mientras esperamos por Leti, le digo a Jose que lo mejor será que no corra la media y que me centre en recuperar del trancazo que llevo.

Llega Leti, mi hermano, y empiezo a ver mucha gente conocida. Sin decidir aún si corro o no, voy cambiándome como un autómata y de repente me veo "vestío pa corré". Pienso que quiero probarme en cansancio, y mi idea es la de ir con Leti (cuyo plan le marca correr "lenta" sobre 5:30) y tratar de aguantar, sumar kms y, sobre todo, tirar de cabeza para superarme una vez más.

En la salida nos vemos con Toni y Auri. El objetivo de Auri es bajar de las dos horas y, con ese objetivo común, hacemos un cuarteto y arrancamos a correr.

De la media poco que contar, lección de superación y lucha de Auri (nunca me cansaré de decir que esas cosas, sean en los tiempos que sean, son las que me hacen adorar el deporte) y momentos de amistad y compañerismo de los que suman.

A nivel personal, mucho dolor de piernas final (del que hoy estoy perfectamente recuperado) que me sirve para conocerlo pensando en el iron y posiblemente la media (junto con alguna de León) en la que más me he divertido.

Realmente, el hecho de darle un sentido a la carrera, más allá que el de llevar un ritmo o marcar un tiempo, me hace disfrutar de una manera que innegablemente me llena. El pensar que pudimos ayudar a una amiga y, más que ayudar compartir un reto, me supone una satisfacción mayor que el de superar mi tiempo. Ya lo dije en mi última entrada y me tengo que repetir.

De todos modos, al menos hasta el ironman de Julio, vamos a tratar de no cambiar el método de entreno y seguir buscando ritmos y tiempos de series...¿a partir de ahí? ya veremos, pero pienso que habrá que buscar un cambio de enfoque que me ayude a seguir motivado en mantener la forma y el poder hacer las cosas que me gustan.