viernes, 12 de agosto de 2016

TENIA QUE ESCRIBIRLA. VITORIA 2016.

Sin duda para escribir esta crónica, he necesitado más tiempo del normal. Aparte de que realmente mi tiempo libre es casi nulo, necesitaba dejar pasar unos cuantos días para tratar de escribir lo que realmente quiero escribir.
 
Es la primera vez que tengo que escribir sin "la gloria" de haber conseguido el objetivo que de mano me había marcado. Hasta ahora, los grandes retos que han ido llenando las páginas de este blog, se habían cerrado con rotundos éxitos y, en casi todos ellos, había superado mis mejores expectativas.
 
De todos modos, no puedo dramatizar en absoluto. No puedo hacerlo ya no solo porque al final, la importancia de una meta es la que es, sino porque siendo sincero conmigo mismo, la preparación mental que llevaba no era suficiente para llevarme a sufrir lo que cualquier finisher de Vitoria 2016, tuvo que sufrir.
 
El sábado previo al ironman, el calor que tuvimos que soportar durante la interminable logística que supone un tri con las transiciones separadas (por muchos kilómetros) hizo que mi cabeza empezara ya a pedir socorro antes incluso de acercarme a la salida. Yo era consciente de que no era la mejor manera de afrontar una barbaridad como ésa, pero no podía evitar el relativizarlo todo.

Así y todo, el sábado no fue un mal día. Estuvimos la "grupeta asturiana" (en ésta hay que incluir a Sergio que por afinidad se puede considerar triastur je,je) apoyándonos y dándonos ánimos y sobre todo, compañía. El día pasa rápido a pesar del calor (brutal con valores entorno a los 38º) y cumplimos con los trámites de los dorsales, charla técnica, traslado de material a las dos transiciones y cena pizzera.

El Domingo como siempre en estos casos, toca madrugar mucho y antes de las 5 de la mañana ya nos activamos. Desayuno en la habitación y junto a Jose y Sergio (con los que compartimos pensión) nos vamos a buscar el autobus que nos llevará a la salida. Hay tensión pero también ganas y, aunque echando la vista atrás no encuentro aquí motivo para lo que luego pasó, supongo que no conseguí la visualización de las distintas fases de la carrera, ni en ningún momento me preparé para el sufrimiento que casi ineludiblemente implica terminar un ironman.

El ambiente en la salida es bueno, la masificación no me gusta nada, pero reconozco que todo fue muy organizado y sin problemas dejamos las cosas preparadas. Sergio está justo al lado mío en el box, con lo que todo este proceso de repasar lo que dejamos en la bici lo hacemos juntos. La bolsa con la ropa la dejamos en unos percheros a la entrada del box.

Con todo listo, salimos de la zona de boxes a esperar la salida.

Hay una densa niebla que hace que apenas veamos el lago. Reconozco que en ningún momento pensé que eso nos podría impedir salir, aunque es de lógica que sin ver apenas 5 o 10 metros, la natación no iba a ser muy divertida. Por este motivo, la organización va retrasando la salida esperando que la niebla se levante. Cuando lo hace, ya ha pasado más de media hora y tras salir las chicas nosotros lo hacemos con unos 40 minutos de retraso sobre lo previsto.

De nuevo, me doy cuenta que el hastío que tenía en ese momento (con el neopreno puesto casi me duermo tumbado en la hierba) no era el estado ideal para afrontar un ironman. Otra lección que he aprendido y que a buen seguro me servirá en el futuro.

Justo cuando nos acercamos a la entrada de la zona de salida, veo por fin a Milín. He dado un par de paseos buscándolo durante este tiempo, pero no había forma. Al final nos vemos. Me da un abrazo que se me queda grabado. Es un abrazo de liberación de tensión y noto como el hecho de caminar juntos hacia el agua le alivia un poco.

Yo aquí si creo que voy "normal". Estoy con Sergio y Milín y voy a la salida emocionado y con ganas. De hecho, nos ponemos más adelante que nunca y no tengo intención de recular. Se que en la natación estoy fuerte y ahí vamos a demostrarlo.

Ultimos aplausos, últimos abrazos (tan especial el de Milín como el de Sergio)...y al agua.

Mi natación la podría describir como un disfrute absoluto. Nado más limpio que nunca, apenas algún roce que otro, paso todas las boyas tan cerca que podría tocarlas con la mano y mi ritmo es bueno.

Hago la primera vuelta cómodo y con la sensación de ir muy fino. Tanto es así que a la salida a tierra miro el crono y alucino, me marca 1970m y 34 minutos (este tiempo mejora mi marca en half, sencillamente increíble).

En el trote por la playa me da tiempo a localizar a Leti y a Maite y a saludarlas con el pulgar arriba, voy eufórico y dispuesto a disfrutar. Entro en el agua de nuevo bromeando con los que llevo al lado y hago la segunda vuelta muy relajado (tal vez en exceso), viendo como el sol va derrotando a la niebla (en ese momento recuerdo que pensé en el maldito calor que nos esperaba y que ojalá me dejaran dar una tercera vuelta).

Voy incluso cantando bajo el agua, sonriendo y disfrutando como nunca. La verdad es que nada presagiaba el final de ese día.

Salgo del agua entre un montón de gente y con muchos aún por detrás. Paro el crono en 1:12, mejorando mi previsión de 1:15 y con inmejorables sensaciones. Me voy hacia la T1, cojo la bolsa, me quito el neopreno y aprovecho para ir al baño.

En la transición me permito el lujo de bailar mientras me pongo el casco, los guantes y todo lo demás. No recuerdo la canción que sonaba, pero si que yo bailaba y disfrutaba del momento.

Cojo la bici y en el pasillo de salida, veo a Leti y le digo que mande mensaje a Toni y a Bau y que les diga que nadé a 1:52 el 100. Estoy muy contento con ese ritmo y quiero que se lo haga saber.

Subo en la bici y arranco con ganas los 180Km. Antes el primer kilómetro, uno que va delante hace un extraño (no se muy bien por qué) y veo que deriva hacia la derecha, se cae en una profunda cuneta y sale volando por delante de la bici. Paro un poco y cuando veo que se levanta, continuo. Un aviso más de que aquí hay que estar con todos los sentidos.

Los kilómetros van pasando y me encuentro bien. El circuito es muy muy llano, aunque hay un par de repechos duros y un pequeño puertecillo sin mucha dificultad. En la primera vuelta, previamente a este puertecillo, hay otro repecho corto y duro.

Llego al puerto (una subida que no debe llegar a los dos kilómetros) y lo subo cómodo con el plato pequeño y bastante cadencia. Al llegar arriba, tiro del desviador y oh oh...no sube. Empiezo a decir en voz alta "ostia no!!, no, no, no...". Me alcanza un compañero que me pregunta que me pasa, "no me sube el plato grande!!" (al decir esto soy consciente de que de ser así, se acabó el iron para mí, este circuito no se puede hacer en plato pequeño....). Le digo que mire a ver si está el cable abajo, pensando que se habrá roto. Me dice que si, que lo ve normal y entonces con la mano derecha, tiro de la maneta como un burro y con un "crack" el desviador sube y engrana el plato.

De mano, me siento aliviado...pero un poco más adelante, compruebo que la maneta se ha roto y que me he quedado sin posibilidad de usar el plato pequeño. Bueno!, son pocas las subidas y teniendo un 30 atrás, será cuestión de apretar el culo.

Al poco paso por la salida y allí están Maite y Leti. Me paro un rato y les cuento lo del cambio con resignación. Me animan (incluso un guardia civil que me oye contarlo) y sigo para adelante. No he llegado aún al kilómetro 50.

En el repecho, me mentalizo a sufrir y lo hago. Con un par de riñonadas y el ánimo del chico que estaba conmigo cuando rompió, llego arriba y sigo.

Kilómetro tras kilómetro sigo avanzando con buenas sensaciones. Comiendo plátanos en los avituallamientos y bebiendo sin parar. El calor empieza a notarse y el agua se calienta muy rápido.

Llego al kilómetro 90 en 2:55. Recuerdo que no iba muy pendiente del crono, pero en ese momento vi que iba por encima de los 30Km/h y eso me animó muchísimo. Paré a desbeber y estando parado vi pasar a Milín y lo saludé. Me sacaba un buen cacho y se le veía fino. Este año nos hemos apoyado de nuevo bastante y los dos llegábamos a este tri con "ganas de quitarlo del medio de una vez".

En la vuelta de un tramo de ida y vuelta, me cruzo con Beni, Sergio y Héctor. Los saludo y animo a todos.

Más kilómetros y a partir del 120 me animo y me llamo mentalmente "máquina" "crack" "fenómeno". Soy consciente de que en esta temporada me he quedado corto de bici. He hecho muchos kilómetros pero mi tirada más larga se quedó en 117Km, demasiado lejos de los 180 que tengo que hacer hoy.

En el tramo final de la bici, paso de todo. Momentos eufóricos como cuando le pedí a una chica con una manguera que me regara de arriba a abajo, momentos de emoción al darles las gracias por los ánimos a unos niños, a los voluntarios o incluso a la guardia civil de los cruces, y de bajón cuando en un tramo el viento no nos permitía avanzar y el calor hacía que se oliera el alquitrán derretido del asfalto.

El tramo final (calculo que los últimos 30Km) se me hacen muy duros. Me ha pasado Beni que va como un tiro y después Héctor que me anima. No me duele la espalda, lo que es increíble, pero voy agarrotado, dolorido en general y un poco desmotivado. Ya no me gusta el paisaje, es más, odio el paisaje de la general de entrada a Vitoria. Es una carretera incómoda, con suaves vaivenes que me hacen desesperar.

En ese momento, pienso en abandonar. Ahí si tengo lucha mental y si que me planteo que "hoy no es el día". Si que pienso que ya he hecho mucho, he nadado fenomenal y llevo 160Km de bici y un fiera como Héctor acaba de pasarme. No lo estoy haciendo nada mal, pero estoy cansado, cocido y sin ganas.

Es ese momento en el que piensas "bueno! ¿qué vas a pararte aquí?". Así que mientras piensas en negativo, sigues pedaleando y avanzando.

Entrada de Vitoria y cartel de "T2". Este infierno se acaba. En ese momento recuerdo perfectamente mirar el reloj y hacer cálculos. Voy dentro de mis tiempos y empezaré a correr bastante por debajo de las 8 horas totales lo que es muy bueno (repasados los datos del reloj, concretamente empecé a correr tras 7h y 48 minutos, es decir iba mejorando mi tiempo de As Pontes y allí dediqué casi 5 horas a acabar la maratón final).

Trabajo muy duro la mente. Borro de mi cabeza la palabra "maratón" e incluso "42 kilómetros". Me mentalizo para correr despacio, para avanzar y para acabar.

Dejo la bici y veo a Leti y a Maite. Le digo a Maite que Sergio viene unos 8/10 minutos detrás. Le he situado en nuestro último cruce y como se que ella se preocupa, le digo que tranquila que viene bien.
A Leti le digo una frase que luego no pude mantener "acabo de sufrir como un perro, pero lo voy a hacer". Me pide una foto, y le digo que no estoy de humor..."para tu hermano!!!", siendo para ése ¿cómo negarme?, sonrío y poso para una foto que luego sirvió para animarme y mucho.

En la transición coincido con Héctor y hablamos un poco. Me dice que viene muy jodido de piernas, yo le hablo del infierno del calor y poco después que él, salgo a correr.

Voy tranquilo y despacio, mi intención es mantener un ritmo en torno a 6 minutos el kilómetro. Evalúo el estado de mis piernas y las noto bien. Estoy cansado pero voy bien y el pulso está en valores muy buenos.

Paro en el primer avituallamiento, me untan de crema para el sol, bebo, tomo una pastilla de sales, y sigo.

Un par de kilómetros más adelante, en una recta me paro (no recuerdo pensar, solo me paro). Levanto la cabeza y veo el avituallamiento a 100m. Vuelvo a correr y llego a él. Mojo la cabeza en una de las piscinas, tomo un par de vasos de agua y me alejo caminando.

Me pasa un chaval y me dice "venga! vamos otro poco!". De repente, le digo "no! hoy va a ser que no!!". Paro el crono, sigo caminando y en una curva me salgo del circuito.

Acabo de abandonar un ironman y ni siquiera hoy, más de un mes después, soy capaz de adivinar el por qué. He revisado el pulso y en ese apenas minuto que caminé bajo muy por debajo de mi ritmo aeróbico (recuperé más de 40 pulsaciones de un ritmo que ya ni era alto). Ni siquiera me paré, me senté....nada!!. Seguí caminado al menos un par de kilómetros hasta la meta buscando a Leti.

¿Por qué no me mantuve caminando en el circuito?
¿Por qué no me di una oportunidad de "discutir"?
¿Por qué no pensé que viniendo Sergio por detrás podía esperarle mientras caminaba y tal vez con sus seguros ánimos y compañía podría recuperar?
¿Por qué no puse en valor una meta que solo los que la hemos cruzado alguna vez sabemos lo que vale?

Son muchas preguntas que sin duda se quedarán sin respuesta. Simplemente tomé una decisión (aunque de manera muy inconsciente) y punto.

Ya no hay margen para el "y si?". Como bien dice mi amigo Nico, esto es un juego y desde luego hay que darle la importancia que tiene. Lo bueno de esto es que realmente, a día de hoy, echo de menos esa camiseta de finisher, echo de menos ese beso emocionado en meta a Leti, echo de menos esa sonrisa bobalicona que se te queda cuando derrengado tras 12 o 13 o 14 horas de esfuerzo cruzas una meta y echo de menos el poder decir "si, si, este año he hecho otro ironman!".

Me gusta el triatlón, me gusta la larga distancia y me gusta el ironman. Tiene algo distinto, algo épico y algo de "sobrehumano" que quiero volver a saborear.

Soy muy consciente de que mi trabajo me lo va a poner más difícil y que si quiero repetir, tengo que poner toda la ilusión del mundo en ello y desterrar el "es normal, así no se puede". Tal vez no pueda llegar a un sub12, tal vez no pueda meter la maratón en cuatro horas o bajar la bici de 6, pero eso hace un par de años no me importaba, y era muy feliz!.

Era muy feliz entrando en meta el último habiendo disfrutado sufriendo y esa es mi esencia, la superación. Aún quedan retos, y no fáciles, este año. Después de nadar por primera vez 5.000m en Navia volví a recordar esa sonrisa bobalicona, esa euforia de "reto superado" sin importar el puesto logrado.

Vamos a por el Desafío Islas Cíes con la ilusión de hace cinco años años, vamos a disfrutar!. ¿2017?, ver veremos, pero no engaño a nadie...cuenta atrás para otro 226.


SIN DUDA.....HASTA LA PROOOOXIMAAAAAAA......

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario