Llevo demasiados días retrasando
esta entrada, demasiados días sabiendo que aunque espere, el tono de bajón va a
predominar en ella, sabiendo que seguramente la frase final va a ser de ánimo y
de impulso, sabiendo que no me gusta poner el punto y final en un estado de
flojera anímica.
Lo bueno del caso es que ya hemos
pasado por ello, casi como un ciclo perfecto este mes (y por desgracia el que
viene) se convierte en el mes del “no puedo” del “¿merece la pena?” del “hasta
aquí hemos llegado”. Cierto es que cada ciclo tiene su matiz, en algunos el
bajón lo trae el mal estado físico y las malas sensaciones entrenando, en otros
el desencadenante es la excesiva presión de los Excel, los tiempos, los ritmos,
las comidas….
Este año es un poco de todo y un
poco de nada. Es el dolor de la hernia con unos días realmente bestiales, es la
muerte de seres queridos o cercanos que nos hace plantearnos el sentido de todo
lo que hacemos, es el duro año de trabajo con unos resultados que no llegan a
lo esperado…es todo…y es nada.
Es todo porque es innegable que
todo eso nos afecta, nos hace estar tristes, desganados, nos hace vernos en
perspectiva y ser conscientes de que no estamos como nos gustaría estar y eso
no es nada agradable.
Es nada porque si lo pensamos con
frialdad, nada de todo eso es lo suficientemente importante mientras sigamos
vivos, mientras cada mañana nos ofrezca la posibilidad de vivir un nuevo día.
No es nada mientras estemos rodeados de un montón de gente que nos quiere y
tengamos la salud (al menos un mínimo de ella) para disfrutar de su compañía.
Así que es momento de ver el
momento del ciclo en el que estamos, comprobar que el año pasado (incluso el
anterior) estaba incluso un poco por encima del peso actual, leer que ya
entonces había dolor y pésimas sensaciones, que las dudas predominaban sobre el
convencimiento y, sobre todo, leer los capítulos finales en los que la euforia
explota, en los que el orgullo de lo conseguido te hace sentir el más grande,
en donde todo te recuerda porque haces lo que haces.
Hoy ha tocado correr una hora de
noche, con un dolor que si bien el tratamiento del fisio ha aliviado algo ahí
está y con un incipiente catarro que me mantuvo todo el día congestionado. Así
y todo, esa hora ha caído, ha caído a un ritmo realmente digno aunque con una sensación de dureza que siendo objetivo, en principio me hace dudar de que pueda estar al nivel que Leti espera
de mí el Domingo en la Behobia.
Pero ¿quién puede ser objetivo en
la vida que llevo?, ¿quién objetivamente hubiese apostado porque pudiera
tatuarme “ironman” en mi gemelo?, ¿quién objetivamente se hubiese jugado lo más
mínimo a que sería capaz de finalizar como lo hice el triatlón de AlpedHuez?.
Una vez más voy a dejar los
análisis objetivos a un lado, esos que sin duda me harían pasar por el
quirófano, y voy a apelar una vez más a la “inconsciencia de mi felicidad” para
tratar de mantenerme disfrutando en la actividad que he elegido. El Domingo,
posiblemente con el regusto del txakolí en la boca, saldré junto a Leti a por
su objetivo que sin ser el mío, si es EL NUESTRO y eso es una motivación sin duda más que importante.
Esta vez hasta meta! :-) |
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