Las piernas no van y
por más que lo intento el reloj no refleja mi sufrimiento en una mejora del
ritmo.
Ayer fue un calvario
y hoy la historia se repite, el dolor es importante aunque no definitivo, la
torpeza de cada uno de mis pasos si quiere serlo.
¿Hasta donde quiero
llegar?, tengo tan claro hasta donde, que creo que he olvidado que hay más de
un camino para hacerlo.
Me empecino en creer
que solo hay uno, el de la negación del sufrimiento, o tal vez más que la
negación, la total aceptación.
Hay que vencer al sufrimiento con lo que se tenga, nunca izaré la bandera blanca, porque si en algún momento mi cabeza ordena izarla, no habrá ni un solo ápice de fuerza en mis músculos para hacerlo.
Hay que vencer al sufrimiento con lo que se tenga, nunca izaré la bandera blanca, porque si en algún momento mi cabeza ordena izarla, no habrá ni un solo ápice de fuerza en mis músculos para hacerlo.
Apenas noto
satisfacción cuando apoyado en mis rodillas, cierro los ojos y trato de
recuperar sensaciones en unas piernas que hace muchos minutos que han dejado de
obedecerme.
La última serie ha
sido como correr sin músculos, como si solamente un esqueleto rígido fuese lo
que impactase con el asfalto, transmitiendo cada vibración al resto del cuerpo
que no sabe como absorberlas.
Seguramente el cuerpo
está pidiendo un descanso que intentaré darle, le digo eso mientras cierro los
ojos y pienso que ahora toca volver a casa, que esto no ha acabado que aún a un
ritmo suave tengo que seguir moviéndome.
Mi cuerpo no me cree
lo del descanso y no me obedece. Ayer ya se quejó gritando cuando se negaba a
doblarse ni siquiera para descansar echado en la esterilla.
La cabeza piensa que
lo hemos vuelto a hacer, que hemos usado un recurso mínimo para obtener lo que
queríamos y que hemos ganado otra batalla.
El cuerpo renquea, se
rinde ante un rival hoy por hoy más fuerte, pero su lentitud al obedecer, sus intermitentes
paradas y sobre todo su extrema rigidez, le manifiestan a la cabeza que no se
confíe, que tal vez ha ganado una batalla, pero la guerra es larga.
Es posible que tengan
que sentarse a negociar, esto no funcionará si no hay acuerdo. Por fuerza la
cabeza ganará, como ha ganado, muchas de las batallas, tal vez la guerra pero
¿y después?.
Cuando no haya
batallas que librar, cuando las guerras sean recuerdos, la cabeza necesitará
del cuerpo para juntos disfrutar de un más que merecido descanso. Hasta
entonces, buscarán un acuerdo en el que ella le deje a él disfrutar de sus
momentos de relax y él, duro y fuerte, la lleve a ella donde le ordene.
Sufriendo?? Disfrutando?? Llegaremos a un acuerdo! |
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